martes, 27 de julio de 2010

La defensa del puerto indefendible de Granadilla


Juan Martín Vega.
Es curioso contemplar cómo se van sucediendo en el terrero los pollos de la defensa del puerto de Granadilla, pero todos ellos demuestran tener el mismo mandador, porque, sin excepción, aplican las mismas mañas. Acusan a Quienes osan oponerse al proyecto, de hacerlo sin datos ni argumentos. Pero estos abnegados defensores de una infraestructura demostradamente inconveniente, creen que, simplemente con decir que no existen, rebaten los muchísimos argumentos que se les presentan.

De esta manera, tenemos una insólita pega entre una gente que amontona, uno encima de los otros, sus datos y pruebas de un puerto en Granadilla no puede ni debe construirse; y otra gente que repite la salmodia de que el futuro de Tenerife y de Canarias depende de esa instalación portuaria.

No resulta fácil resumir los argumentos en contra de un puerto en Granadilla, pero haré un intento de síntesis, no sin advertir que, en la lista, el aspecto medioambiental ocupa el lugar menos importante. Porque, si el puerto fuera necesario y productivo, habría que asumir el coste sobre el territorio. Lo que ocurre es que se trata de un deterioro absolutamente innecesario:

En una isla del tamaño de las nuestras no pueden subsistir dos puertos. Eso lo demuestran Gran Tarajal, Tazacorte y Arinaga, en Fuerteventura, La Palma y Gran Canaria, tres puertos que vegetan en el vacío y la soledad, porque cada uno de ellos tiene otro al lado. Lo de que Granadilla sería “una dársena del puerto de Santa Cruz” no se sostiene. Por tanto, la operación en Granadilla no crearía un solo puesto de trabajo. Simplemente, se trasladaría el ya existente.

El tráfico de mercancías en sentido sur norte es tan costoso y contaminante como el norte sur.

El tráfico de transbordo de contenedores no es el gran negocio que se quiere hacer ver. Ahí está el Puerto de La Luz que ha bajado las tarifas para captar ese tráfico y arrastra unas pérdidas tremendas.

La necesidad de que el polígono de Granadilla tenga un puerto cercano está, de la misma manera que el resto de polígonos de Tenerife, resuelto con la existencia del Puerto de Santa Cruz en un lugar estratégicamente situado respecto a todas las zonas económicas de la isla.

El tan manoseado tema del gas está por resolver, pero en el supuesto improbable de que se llegara a implantar en Tenerife este combustible fósil contaminante, el suministro insular estaría cubierto con un gasero al mes o mes y medio. De manera que ese tráfico exiguo no justifica la construcción de una gran infraestructura portuaria. La única solución posible sería la regasificadora costa afuera.

El tráfico de graneles, actualmente en magnitud cero, no se recuperará ni de lejos en volúmenes que justifiquen otro puerto. La única solución es mantener las instalaciones de Santa cruz, extremando las medidas de seguridad y protección del medio ambiente.

No hay un solo buque de los que rondan las aguas canarias y que recalan en el Puerto de La Luz cuyo calado le impida entra y maniobrar en el de Santa Cruz.
El Puerto de Santa Cruz tiene una capacidad ociosa superior al cincuenta por ciento y unos medios materiales y humanos de primera categoría, que le permiten atender cualquier tráfico que se le demande.

La Autoridad Portuaria de Santa cruz de Tenerife no ha sido capaz de captar tráfico de transbordo para este puerto, por lo que nada hace confiar que lo sea para otro puerto. Ninguna gran empresa de contenedores ha mostrado interés alguno en tocar en un hipotético puerto en Granadilla.

Los mecanismos de recuperación medioambiental que se obligan a incluir en el proyecto de Granadilla tienen un coste tremendo de instalación y mantenimiento, que pesarían fuertemente sobre los costes de ese puerto, elevando las tarifas sensiblemente, so pena de caer en pérdidas.

No existe en el Sur de Tenerife el entramado social, técnico, comercial y de servicios que exige el tráfico marítimo de altura, lo que obligaría a trasladar el existente en Santa Cruz, con un coste inaudito, un caos urbanístico en el sur y un marasmo económico en el norte de la isla.

El régimen de vientos en la zona impedirá el fondeo en la rada de Granadilla todo el tiempo y la operación gran parte de las horas hábiles. Vale la pena recordar la vieja frase “barco parado no gana flete”, que ahuyentaría el tráfico de ese puerto

El emplazamiento previsto para ese puerto impensable está en la cercanía del  principal motor económico de la isla, la zona turística, restándole atractivo comercial.

La eliminación de las praderas submarinas no solamente creara un desequilibrio irreparable en la biodiversidad de Canarias, sino que eliminará una serie de especies marinas de gran valor científico y económico.

Y podría yo seguir diciendo cosas. Pero me remito a los técnicos y científicos que han dado su opinión masivamente en contra del proyecto.

Me parece a mí que lo que deberían hacer quienes defienden el proyecto es dejar de ignorar los argumentos en contra y avenirse a tener un debate limpio y leal en público. Porque con su actual actitud, demuestran cuna endebles son sus posiciones.