martes, 16 de abril de 2013

Las tortugas 'pasan' de los sebadales

Mientras la comunidad científica debe estar preparando una respuesta científica a este informe, realizado "ad hoc", como la venganza de Antonio Machado Carrillo a sus compañeros de la Facultad de Biología de la Universidad de La Laguna publicamos este artículo sobre la que es tortuga pasota para Machado y adjuntamos aquí el supuesto informe


Aprovechamos también para copiar textualmente, con erratas y dequeísmos incorporados, el arrogante texto con el que Antonio Machado se dirigía a la citada comunidad científica para avisarles de la existencia de este informe:
Después de haberles comunicado el viernes pasado que el informe de la vigilancia ambiental del puerto de Granadilla en 2012 se encontraba disponible en nuestra página web, he caído en la cuenta de que se me pasó por alto advertirles de que el informe del estado de conservación de la tortuga boba en Canaria  también está disponible para su consulta. Les llamo la atención sobre el particular, toda vez que esta especie parece haber sido protagonista de una “leyenda marina” que la asociaba con los sebadales, lo no se sustenta con la información disponible.
Noé Ramón
Un estudio del Observatorio Ambiental de Granadilla apunta que ni el 1% de los 34.000 ejemplares de la especie elige para vivir estas plantaciones marinas
El interés que las tortugas bobas que han elegido las aguas del Archipiélago como hogar tienen por los sebadales parece ser inversamente proporcional al demostrado por los movimientos ecologistas que durante años han convertido la conservación de esta planta marina en su bandera reivindicativa. Al menos así aparece recogido en un estudio desarrollado por el Observatorio Ambiental de Granadilla (OAG), en el que se refleja que ni siquiera un 1% de las cerca de 34.000 tortugas que viven en aguas canarias se localiza en los sebadales y si lo hacen es de manera “fortuita e irrelevante“.
El organismo llevó a cabo un seguimiento a la especie conocida como caretta caretta, dentro de las medidas impuestas por la Comisión europea al proyecto del puerto industrial de Grandilla en el sur de Tenerife. El objetivo era evaluar las consecuencias que esta obra iba a tener en la conservación de la especie y así se encargó un programa que contó con la colaboración de Nuria Varo, experta en tortuga boba, el Centro de Recuperación de la Fauna Silvestre del Cabildo de Gran Canaria, que dirige Pascual Calabuig y Luis Felipe Silvestre de la Fundación Universitaria de Las Palmas (FULPG).
 Los resultados del informe descartan que la ejecución del puerto pueda tener una repercusión negativa sobre la especie animal. De hecho, la declaración de los Lugares de Interés Comunitario (LIC) de Antequera, en Tenerife, y de Güí-Güí, en Gran Canaria orientada, en parte, a compensar el posible efecto del nuevo puerto sobre la tortuga boba, se considera, “una medida de conservación superflua e irrelevante”, dado que según el estudio no existen tales consecuencias negativas. Los trabajos de seguimiento se realizaron entre los años 2008 y 2012 y se centraron en el marcaje de 20 tortugas con radiotransmisores a las que se les pusieron nombres tan pintorescos como Chusy, Tortugirl, Vincenzo, Camille Joe, Solete, Benito Cereno o Palola.
A todas ellas se le realizaron campañas anuales de censos en tres áreas escogidas de Tenerife, Gran Canaria y Fuerteventura. Las conclusiones para el Observatorio parecen ser bastante claras: existe una concentración de esta especie alrededor de las islas en un ámbito perimetral que alcanza los 300 kilómetros en el que transcurre casi la mitad de su vida. El sector abarca en total casi 600.000 kilómetros cuadrados y es más extenso incluso que la Zona Económica Exclusiva (ZEE) aunque cubre el 86% de la misma. Igualmente, se comprobó que el contingente de tortugas canarias es de origen mixto con una mayoría procedente de las colonias americanas y otra de Cabo Verde, que en este último caso alcanza el 7%. Se estima que las tortugas llegan a las islas con un año y a partir de los siete comienzan a buscar nuevos rumbos.
Los ejemplares de la especie vagabundean mientras por las aguas del Archipiélago y en un 10% de las ocasiones se les puede encontrar en profundidades menores de 200 metros, muy pocas a los 50 y tampoco abundan en las aguas más frías. “Su distribución no parece depender de lugares específicos, aunque se demoran más en aquéllas zonas donde las turbulencias de la corriente suelen generar giros, filamentos y afloramientos de aguas profundas ricas en nutrientes, sustentando más alimento, que es el principal reclamo para un animal oportunista”, se apunta en el estudio.
Los principales lugares escogidos son las plataformas insulares de la costa occidental de Fuerteventura y el sureste y suroeste de Gran Canaria donde las circunstancias oceanográficas favorecen la producción y biomasa planctónicas. “Algunas tortugas jóvenes patrullan repetidamente por estas zonas durante meses o incluso años, mostrando un perfil de comportamiento estacionario”. La costa occidental y el norte de Fuerteventura, destacan como sus lugares preferidos.
Tampoco los espacios incluidos en la red Natura 2000 marina de Canarias parecen ser especialmente de su agrado porque apenas pasan el 2% de su tiempo en estos enclaves, excepto en casos puntuales como la Cueva de Lobos en Fuerteventura. Según el estudio, la Zona Especial de Conservación (ZEC) del sur de Tenerife donde está previsto construir el puerto industrial, “apenas difiere como hábitat de cualquier otra porción marina de su entorno”.
El informe detecta que la variación anual de la densidad relativa de tortugas muestra “grandes fluctuaciones” aunque al haberse hecho el análisis durante tan sólo tres años no se pueden sacar conclusiones definitivas. No obstante un cálculo realizado para obtener una idea “aunque sea muy grosera” al respecto, calcula que puede existir una población que rondaría los 34.000 ejemplares, con entradas anuales de 4.500 de procedencia americana y unas 500 de Cabo Verde.

Los principales factores adversos que afectan a las tortugas son enredarse en las mallas en un 53% o la ingestión de anzuelos en un 10%, de manera que la mortalidad anual se estima en un 1,5% del total. La preocupación sobre el estado de conservación sería “menor” si se aplican los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) pero resulta “desfavorable-inadecuado” si se evalúa según la directiva Hábitat. Se valora especialmente las campañas que se realizan desde el Gobierno canario para la conservación de esta especie y los intentos para mantener una colonia reproductora en las islas.