lunes, 19 de abril de 2010

En busca de nuevas especies

La orografía vertical de las Islas, entre otras circunstancias, hace presagiar que a estas alturas de la historia queden por descubrir nuevas especies de flora. Los taxones catalogados en los herbarios de Canarias puede que hayan de incorporar entre un 5 y un 10% de otros aún desconocidos. El trabajo de campo de los botánicos desarrollado en los últimos años y la profusión de intercambios de especies con otros herbolarios, nacionales y hasta internacionales, abona esa tesis, alentada por los resultados acreditados en las décadas recientes.
CARMEN SANTANA
"No sería demasiado descabellado pensar que pudiera quedar todavía entre un 5 y un 10% de especies de flores por descubrir", afirma Águedo Marrero, biólogo investigador y curator (conservador) del herbario del Jardín Canario Viera y Clavijo, en Gran Canaria.

En los últimos 25 años, los mismos que lleva en la institución el biólogo, el trabajo investigador ha permitido el registro de una treintena de nuevas especies. "Casi una por año. Está claro que no hay ninguna razón para decir que hemos llegado ya al tope".

El trabajo de campo de los botánicos desarrollado en los últimos años y la profusión de intercambios de especies con otros herbolarios, nacionales y hasta internacionales, abona esa tesis, alentada por los resultados acreditados en las décadas recientes, tal y como ha señalado Marrero.

"Desde hace varias décadas hay un alto interés y necesidad por parte de la administración, y también como exigencia de la sociedad, de establecer los catálogos de especies protegidas. E, incluso, de hacer un seguimiento de cómo están realmente las especies en el campo, sobre todo las que pueden estar con algún grado de amenaza o peligro".

Y eso ha llevado a la formulación y ejecución de proyectos que, a su vez, han obligado a las salidas al campo y el trabajo entre biólogos de distintas instituciones, tanto a nivel local como nacional e internacional.

"Ese tipo de salidas también lleva a prospectar una serie de zonas, de áreas que nunca se habían prospectado con esa intención", señala el biólogo. "Y eso conlleva un trabajo de recolección de material, conjuntamente al de seguimiento de las especies ya conocidas".
Y, al final, el resultado es la localización de poblaciones nuevas, y la generación de una red de herbarios que, incluso, se implican en las recolecciones que también se facilitan para el intercambio. "Llevamos doce años participando en intercambios con instituciones españolas y portuguesas. Ahora tenemos una colección interesante de material que está relacionado con nuestra flora, del Mediterráneo, norte de África, y el resto de las islas macaronésicas (Azores y Madeira), y también Cabo Verde.

VIVOS. "Los herbarios son colecciones de historia natural pero perfectamente vivos", explica Águedo Marrero. "Nuestros referentes son normalmente bibliográficos, pero está claro que la mejor imagen es un pliego de herbario".

Así, se disponen perfectamente las plantas secas en carpetas que llevan con precisión los datos identificativos: desde la localización precisa, la ecología, altitud, coordenadas UTM y los recolectores, entre otros.

Circulares y correos electrónicos son ya una actividad habitual entre los botánicos para solicitar préstamos o cualquier otra información que facilite el intercambio de conocimientos.
"Es un trasiego continuo, que no se ve. Prestamos y recibimos material. Hay todo un protocolo. Todo para contribuir al avance de la taxonomía y de la botánica en general".

En la tarea investigadora, la observación con la lupa permite llegar hasta los caracteres fundamentales de la planta, asociados principalmente a la flor y los frutos, pero también a las hojas. "Son caracteres que suelen ser micromorfológicos y que se conservan perfectamente". El herbario del Jardín Canario Viera y Clavijo ronda los 40.000 pliegos de los que alrededor de 25.000 están ya registrados. "Es decir, con el número de entrada, como si fuera el registro de un libro. El resto está en distintos procesos".