DAVID PÉREZ HERNÁNDEZ
La reciente propuesta de Ley sobre el nuevo Catálogo de Especies  Amenazadas de Canarias presentada en el Parlamento por CC, con el Sr.  Berriel a la cabeza, supone la última vuelta de tuerca de nuestros  políticos en su desesperada carrera hacia la consecución definitiva del  puerto de Granadilla. Esta infraestructura, aun sin llevarse a cabo, ya  forma parte de la historia de Canarias, al haber suscitado el mayor  rechazo social desde la existencia de la Unión Europea.
El nuevo  Catálogo de Especies Amenazadas "libera" a los sebadales de ciertas  ataduras legislativas comprometedoras, al considerarlos en una nueva  categoría como "especies de interés para los ecosistemas canarios",  protegidas únicamente si están dentro de la Red Canaria de ENP y de la  Red Natura 2000. A su vez,  el LIC "Sebadales del Sur de Tenerife" no  incluye, deliberadamente,  justo la zona donde se proyecta el puerto,   cuando precisamente es en este lugar, desde las costas de Tajao hasta El  Médano, donde se ubica el que probablemente sea el mejor sebadal de  Canarias, según especialistas de la ULL. En este contexto, recientes  informes de la ONU destacan la importancia capital de los sebadales,  equiparando su papel desempeñado en la lucha contra el cambio climático  al de las selvas tropicales, nada menos.
Hasta llegar a este  punto, el camino ha estado plagado de "inconvenientes" para nuestros  políticos, que han ido solventando con sonrojantes acciones. No conviene  olvidar la declaración del puerto de Granadilla como de interés  general, argumentando el colapso del Puerto de Santa Cruz,  algo  completamente falso, como se ha demostrado a posteriori. La intención  del "trasplante" de los sebadales hacia nueva zonas, como quien planta  papas en diferentes huertos, fue otra disparatada, pueril y ansiosa idea  del gobierno.
Ante los dictámenes del TSJC  y la ejemplar  actitud de nuestros grupos ecologistas, principalmente ATAN y Ben Magec,  y de la comunidad científica de la ULL, el PP de Canarias redobla  esfuerzos, hace ya bastantes meses, en su campaña a favor del puerto,  bajo el lema "Somos más". Recuerdo como Cristina Tavío afirmaba con  total convicción que aglutinarían un número de firmas a favor muy  superior a las 56.087 presentadas en la ILP de 2004 en contra, y que  fueron tiradas directamente a la basura. Nada hemos vuelto a saber de  esta campaña. Evidentemente, "Son menos".
A principios de este  año, parece que hemos descubierto lo obvio: en el litoral de Granadilla  hace viento. Mucho viento. Según dictamen pericial elaborado por un  capitán de Marina Mercante a petición del TSJC, publicado en este mismo  periódico, el 60% del año (tres de cada cinco días) sería peligroso y/o  inviable que los buques de gran volumen maniobraran en el futuro puerto  de Granadilla.  El ímpetu del alisio en la costa sureste de la isla es  una cuestión irrebatible: un elevado porcentaje de días al año sopla con  fuerza 5 (el límite para la segura maniobrabilidad de grandes buques) o  superior, con frecuentes puntas de 7 y superiores. Esta misma realidad  ha inutilizado el Puerto de Arinaga, situado exactamente en la misma  orientación y posición en la vecina Gran Canaria. Sería absurdo tropezar  con la misma piedra en Granadilla, en esta crónica de un fracaso  anunciado.
Claro que el negocio del puerto radica en lo que se  generaría a su alrededor, máxime estando implicados ilustres e  históricos empresarios, y poco importará que no sirva para nada. Así, la  evidencia de Eolo pasa a un segundo plano. Además, estos empresarios  cuentan con el inestimable apoyo de ciertos medios de comunicación, como  el El Día, o "nuestra" Televisión Autonómica, capaz de inefables  acciones como la absoluta desconsideración hacia la pasada masiva  manifestación del 14-M en contra del puerto de Granadilla, y a la que,  sin embargo, no le tiembla el pulso a la hora de gastarse un pastón en  el alquiler de un helicóptero para que no se nos escapara un solo plano  del último derbi Tenerife- Las Palmas.
Ninguna isla, a nivel  mundial, de las características de Tenerife, puede permitirse el lujo de  tener dos aeropuertos internacionales y dos puertos de primer nivel.  Sería una insensatez enterrar bajo el mar, entre los difuntos sebadales,  ingentes cantidades de dinero para un proyecto condenado al fracaso de  antemano por diversos motivos, entre ellos la aplastante realidad  meteorológica del viento. Se acumulan los informes acreditados en contra  de su construcción. Mientras tanto, tras estos largos años de  polémicas, nadie ha hecho una argumentación científica sólida que  justifique el puerto de Granadilla, de forma que ni un sólo técnico ha  desmentido, o al menos, rebatido los informes contrarios.  Esperemos que  prevalezca el sentido común.
 
