sábado, 27 de marzo de 2010

Sobre la desclasificación de especies protegidas

Tenemos el honor de colgar en este blog un valiente artículo de D. Antonio Manuel Díaz Rodríguez, uno de los primeros defensores del medio ambiente en La Palma, distinguido de la isla por la Universidad Ambiental de La Palma 2003, Embajador de Buena Voluntad de la Reserva Mundial de la Biosfera de la isla de La Palma y Medalla de Oro de la Villa de Garafía, entre otros reconocimientos y distinciones. También ha sido reconocido por su valiosa labor en la recuperación de las razas palmeras de ganado bovino, caprino, ovino y porcino, destacando de una manera especial el ímprobo trabajo realizado para el mantenimiento del pastor garafiano, raza autóctona de canes propia de la isla de La Palma. 

D. Antonio Manuel Díaz Rodríguez
Vía: El Día 

Alarma y dolor me han producido -al igual que a quienes se me han acercado para hablarme del tema, y he observado ocurre en amplios sectores de la población canaria- la pretendida propuesta de reducir el número de especies protegidas de la flora y la fauna del archipiélago, dejando además, a las que siguen estando protegidas, a los pies de los caballos para regocijo de especuladores y desaprensivos.

Sorprende que ante la creciente globalización que se está imponiendo, cuyo principal objetivo es el económico, que nadie negará está convirtiendo cada día más a los canarios de productores en consumidores, se pretenda privar de la necesaria protección -sin respeto alguno, de forma burda y carente de justificación- a los más valiosos componentes del patrimonio natural de las islas, mediante la aprobación de normativas elaboradas descaradamente para retirar piedras del camino que impidan llevar adelante proyectos descabellados, claramente lucrativos para unos pocos, sin la lógica e indispensable consulta previa a la comunidad científica, de la que existe una amplia y valiosa representación en Canarias.


A nadie se oculta que, en este caso, como lamentablemente ocurre en otros muchos, se dictan leyes y normas con el claro objetivo de defender intereses privados que solo benefician a un sector muy concreto y preciso, siendo elaboradas a su dictado, olvidando el sentir de amplios sectores de la población canaria.

Demócrata por convicción, siempre acudo a las urnas para votar la mejor opción que me dicta la conciencia, aceptando, al no quedarme más remedio, los defectos derivados de la partitocracia. Hasta ahora, me ha parecido cosa de cínicos la frase que algunos repiten: “Yo nunca voto a favor, siempre voto en contra”.

 Pues bien, si prospera esta propuesta, votaré en contra de los que la apoyen, sean del partido que sean, no importa cuál haya sido mi voto hasta el presente. Mi partido es Canarias y cada una de sus islas y, en la medida que alcance mi mano, el resto del planeta que habitamos.

Mediten los responsables de la política canaria. De todos los partidos. ¿Están con las islas y su patrimonio -garantía de una calidad de vida y un futuro económico sostenibles- o con aquellos a quienes solo importa su lucro personal y el de sus adláteres, haciéndose los sordos ante otras opiniones, por mayoritarias y justificadas que sean?